Carta a Aurorita

Salimos corriendo Roser y yo, después de una asamblea a la que no queríamos faltar, llevábamos 2 semanas trabajando con Cristina la presentación, había mucha tensión y dejarla sola nos parecía mal. Y eso que mi cuerpo y mi alma deseaban estar presente, con toda tu gente y contigo, en esos velatorios que siempre son raros y asépticos, y que no te pegan nada.

Tu seguro que me habrías dicho que no faltáramos, pero no por la reunión en sí, es que hay que cuidar a las amigas, me dirías y al final nos quedamos. Yo con el corazón roto, haciendo ver que era super trascendente y mega importante cada explicación, organigrama y propuestas políticas varias que soltábamos por nuestras bocas, en una sala calurosa, rodeada de personas que nos miraban algunas bien y otras no tan bien. Los prejuicios son una mierda Aurorita, entonces he recordado eso que me escribiste hace años cuando yo estaba triste: Dèbora es genial, todas la queremos, es casi como Aurora.

Y la risa me disipó un ratito la tristeza. Como te decía, después de la asamblea, salimos por patas, con el coche sin aire acondicionado, camino a Lleida para coger el tren y no te lo vas a creer, primero pillamos una tormenta de viento y lluvia y luego un mega incendio de sexta generación, es que tenemos un imán, mi hermano dice que somos las Jessica Fletcher de los fenómenos atmosféricos extremos. Esto seguro que te habría hecho reír. En fin, que llegamos a la estación con el embarque cerrado gritando, ¡que vamos a un entierro!, ¡que vamos a un entierro! Y claro, nos dejaron pasar, menos mal. La noche la pasamos en Madrid, en casa de mi primo Ignacio, que resulta que me dijo, a ti que te gusta el marujeo, que estuvo saliendo un tiempo con una amiga de Cata, María la psicóloga y dice que estuvo en el chalet al lado de tu casa donde recogimos a Dover y a Raula. Ese en el que vivía Bea con el tío canijo que un día me presentó a Antonio Gala ¿Te acuerdas?.

En Sevilla se había reunido el eje del mal y cuando llegamos estaba todo congestionado, bajo una ola de calor que se llama como tu, Aurora, que tiene guasa la cosa. Yo creo que era tu energía, omnipresente y omnipotente y yo que se más, pero Sevilla estaba revuelta. Donald Trump se fue sin que su pelo pollo sintiera ni un poquito de la calor sevillana. Deleznable humanidad.

Me han contado que el tanatorio estaba a reventar la noche anterior, nosotras llegamos al responsiu, simposio, responsur, esponsor, creo que nadie sabe como se llama eso exactamente. Y cuando estábamos todas sentadas, entró un señor con sotana, con un bigote como Constantino Romero, encendió un cirio enorme y empezó a farfullar algo de una hermana Aurora, (farfullar es una palabra que seguro tu usarías) y un rugido enorme recorrió toda la sala, eran nuestros culos indignados retorciéndonos en nuestros asientos.

Me viene a la cabeza un día que te conté que me habían asaltado dos testigos de Jehová y me escapé gritándoles ¡soy atea, agnóstica y todo lo que empiece por a!. Esa historia te hacía mucha gracia y muchas veces me lo has recordado con tu agudeza y sorna habitual, me decías aaa normal, andayavoyacreer, acabosedios, andeyocaliente y muchas más as…

La cosa es que el señor con bigote de morsa se puso a dar la misa como quien recita la lista de los reyes visigodos, mientras a una sala llena de orgullo gay, bolleras y otros cuerpos ateos, agnósticos y todo lo que empiece por a, nos hervía la sangre por lo sacrílego del asunto. Hubo un momento que te echó agua bendita en el ataúd, lo que te digo Aurora, eso fue mu raro. Y pasó lo que pasó, tu amiga Lola cerró de un golpetazo el libro gordo de la eucaristía cuando salió a hablar y con los aplausos se le cayeron cuatro pelos del bigote al cura ese que tenía mu poca gracia. Luego Ara me dijo que seguro te estarías descojonando de risa y en verdad así tiene más sentido.

Tu carcajada a boca abierta, con sonrisa de Jocker y ese dientecito endemoniado, es que te imagino. Y me rio mientras lo escribo, un día que me acompañabas a comprar al super y yo comparaba precios obsesionada, mirando las compresas. Son muy caras, te decía mirando un paquete de ausonia. Ponte una hoja de lechuga, me dijiste riéndote, no te rías, que estoy ahorrativa. No, me cortaste, estás arrativa, de rata y nos reímos las dos y supongo que te hice caso, pillé una hoja de lechuga, de esas grandes y ala, pa casa.

Tu humor no llega a negro, se queda en marrón caca, me decías riéndote. Si, creo que te estarías partiendo de risa y a la vez, cagándote en el cura pensando por donde se puede meter la agüita bendita.

Pero todo esto que te cuento es una tontería, Aurorita, lo bonito, porque a pesar de todo es muy bonito, es que nos metimos en un bar cerca del cementerio, El Fogón Mestizo, de comida nicaragüense, aunque eso era lo de menos, lo invadimos porque era el que estaba más cerca, tenía aire acondicionado y es un local grande. Eramos tropocientas, todas las personas importantes de todas tus vidas, todas tus familias, allí metidas tomando enchiladas y nachos.

La cosa es que, rodeada de tanto amor, escuchando historietas, bromas y otras gracietas que te honran como pequeña gran persona que eres. Perdona, pero soy dos centímetros más alta que Winona Ryder, me dijiste un día con orgullo patrio, y en sexto de EGB era la más alta de la clase. Pues sí, to chica y to grande, de humor ácido e ingenioso pero por dentro algodoncito puro, que ya nos conocemos.

Pues lo que quería contarte, Aurorita, desde esa sensación de huérfana que no me puedo quitar del cuerpo, que en todas esas personitas, que como yo, no se porqué la verdad, te queremos tanto, he encontrado un poco de ti, creo que todas llevamos algo muy tuyo, quizás la broma tonta, la devoción por los videos de gatitos o llevar la conversación a los límites del absurdo, no lo se. Así que, llámame ñoña, pero en ese fogón nicaragüense pensaba que no me quería separar de todas esas personas que tienen algo de ti, porque si nos juntamos todas, quizás así, te tenemos de nuevo a ti.

Ya ves Aurorita, así está el patio. Acabo ya que quiero acabar dignamente esta carta que te escribo como aquellas que nos escribíamos cuando empezamos a vivir fuera del útero.

Y me voy a despedir siguiendo un sabio proverbio cantones tuyo: estés donde estés y hagas lo que hagas, ponte bragas. Que el refajo de lana abriga más que el abrigo de conejo natural.

Te quiero Aurorilla

El logo de La Perversa y de La Torcida fueron diseñados por Aurora Tristán, una persona increíble y una maravillosa diseñadora.

Siguiente
Siguiente

BREVE ENCUENTRO ENTRE DIANE ARBUS Y SUSAN SONTAG